miércoles, 10 de octubre de 2012


Evolución del juego del Barcelona

La dirección técnica del F.C.Barcelona ha impartido una lección en los últimos años de cómo instaurar una personalidad futbolística nítida y atrevida al tiempo que flexible para responder a las necesidades cambiantes de cada momento.
Ha ilustrado la compatibilidad entre estilo definido e innegociable y adaptabilidad al entorno.
Esto supone una bocanada de aire fresco en los tiempos actuales, donde todavía restan conatos residuales que confunden la personalidad futbolística con la rigidez que ignora al contrario, y el estilo de juego con los sistemas y alineaciones.
El estilo del Barcelona fue claro desde el comienzo. Todo partía y terminaba en la pelota. Desde ahí se estructuraba el juego. Y desde ahí, desde manejar el balón, se estructuraba también la fase sin balón.
Y esa intención se articuló en el llamado juego de posición, que busca superioridades desde el inicio de la jugada a través de la posición para ir arrastrándolas a la siguiente línea y, por ende, ir mejorando las condiciones del juego conforme se progresa como bloque con el balón. Se trataba, en definitiva, de hacer llegar el balón a las posiciones en lugar de mover las posiciones sin que la pelota batiese líneas.
Para ello, se manejaron diferentes conceptos como:
-Conducir para fijar, liberar y soltar
-Movimientos de contrabasculación
-Uso del tercer hombre para descargar
-Control con alejada
-Búsqueda del hombre libre
-Ocupación de los cinco pasillos a lo ancho
-Acumulación de hombres por delante de la pelota para apretar en la inmediatez espacio-temporal de la pérdida, ("defender hacia delante")
-...
Y manejando esos conceptos para desarrollar el juego de posición, que es lo que constituye el estilo, se concretaron diferentes distribuciones espaciales.
En un principio, el cuerpo técnico de Pep diseñó el 1-2-3-2-3, mal llamado 4-3-3, que representaba la máxima pureza del juego de posición. Las notas más destacadas eran la participación del portero en la circulación, el distanciamiento de los centrales, los movimientos "al revés de la jugada" del mediocentro, la apertura de líneas de pase de los laterales para recibir por delante del cuerpo y superar a los extremos rivales, los desmarques de los interiores alejándose para buscar espaldas del medio campo rival, las fijaciones de los extremos que "clavaban" su posición en banda para hacer el campo ancho y largo, y las apariciones del delantero centro por el pasillo central.
La temporada siguiente, hubo un par de pinceladas que actualizaron el estilo para perdurarlo combatiendo la previsibilidad ante unos rivales que les iban tomando la medida. Los dos retoques descansaban en movimientos de acercamiento de un jugador para alejar a otro con los consiguientes cambios de pasillo del resto. Así, el mediocentro se incrustaba entre los centrales, que se abrían para adelantar la posición de los laterales y meter al extremo al pasillo interior. La otra alternativa radicaba en traer a un interior entre central y lateral para, de nuevo, proyectar al lateral a campo rival y meter al extremo adentro. Con ello se buscaba liberar a un hombre en la salida sin perder la amplitud en campo rival ni la ocupación de los cinco pasillos.
En la tercera temporada, se mantuvieron esos desarrollos acumulados y se agregó la idea de meter a los interiores a espaldas de los extremos en la salida de balón para hacer un tres contra dos en banda. Así el interior se colaba entre el lateral y el extremo de su equipo (el cual, tiraba hacia arriba de su lateral) para encontrar la espalda de la presión. Como casi todos los equipos inician el pressing con sus extremos, buscar la espalda de estos resultaba tan factible como fiel al juego de posición.
De esta manera, no era extraño ver a Iniesta o Xavi, pegados a la raya. Esto, por un lado, daba salida al Bar�a ante presión del rival, y por otro lado, sacaba a los pivotes rivales a banda para tapar a Xavi e Iniesta, desguarneciendo el centro en la siguiente acción.
Por último, en su última temporada, Pep pasó a iniciar con tres más el portero desde el fondo. El objetivo, además de meter un cuarto centrocampista, descansaba en ocupar las posiciones "frontera" por excelencia en campo rival: el espacio a la espalda del pivote y del extremo del oponente. Teniendo a dos extremos que fijan la marca de los laterales, es una zona muy lateralizada como para sacar a un central rival.
De hecho, también llegó a jugar con el 1-2-3-2-3 inicial pero sin delantero centro, ya que este, generalmente Messi, se metía en esa zona "frontera".
Esas dos maniobras del último año, la del 1-3-3-4 y la del falso delantero, insistían en esa idea de las posiciones frontera.
Con la salida de Pep, uno de los mayores artífices de estas readaptaciones, Tito Vilanova, se hizo con los mandos.
En el siguiente artículo trataremos de destapar sus principales contribuciones a la construcción de este nuevo Barca.
Javier Erro, 3 Octubre 2012