martes, 25 de marzo de 2014

FILOSOFÍA GUARDIOLISTA

"Siempre he pensado que todos los chicos se hicieron futbolistas por el contacto con el balón. Tenemos el deber de nunca olvidar esto. Cuando jugaba en el barrio, yo quería el balón y luego atacar, y cuando me lo robaban, me molestaba. En esto sí soy muy egoísta, el balón lo quiero para mí, y si el contrario lo tiene, no le espero, se lo voy a quitar, que sepa que se lo voy a quitar, que voy a por él. Mis equipos son un reflejo. El balón lo quiero para mí, no espero que me lo entreguen, no espero el error, quiero provocar el error e ir a buscarles. Como entrenador, yo vivo más tranquilo cuando juego en el campo contrario que cuando lo hago en mi campo. Cuando estoy más cerca de mi portería tengo más miedo que cuando me acerco a la contraria”.
“Sino puedo intervenir en defensa, tengo que colocarme para atacar; y si no puedo intervenir en ataque, debo colocarme para defender. La situación de defensa empieza antes de la perdida del balón, estaría formada por todos aquellos movimientos que realizan los jugadores que no intervienen directamente en el momento ofensivo para preparar la situación de defensa” Juanma Lillo

COMPORTAMIENTO TRAS PERDIDA DE BALON

Ante una pérdida, para saber cómo nos vamos a comportar es necesario conocer el entorno en el que se ásta produce. Como no hay dos entornos iguales, tampoco hay dos comportamientos idénticos. Por ello, la influencia contextual es tan importante en este juego. Porque nuestro modo de hacer está condicionado por el ambiente en el que hacemos.
Según qué futbolistas jueguen, reaccionaremos de una forma u otra ante la pérdida. Según qué jugadores tengamos, la fase ofensiva se desarrollará de una forma u otra. Por tanto podrán perder el balón de un modo u otro y entonces reaccionar ante ese estímulo en función de cómo se dio. Y según qué jugadores actúen se podrá presionar de una forma u otra, o presionar o no. Y la influencia de los rivales, también es fundamental, ya que también son jugadores y tienen influencia en el desarrollo del juego. No sólo tener en cuenta lo que nosotros somos, sino también lo que es el rival para poder sacar más ventaja. No se podrá actuar igual ante la pérdida el Real Madrid y el Chelsea, mientras que tampoco podrán actuar igual si juegan contra el F. C. Barcelona o contra el Manchester United. No podrán actuar igual ante la pérdida, ni igual ante cualquier otra situación del juego. El quiénes tiene una influencia brutal, y por eso en el fútbol no hay dos situaciones iguales, aunque sí parecidas. Porque los sujetos y sus circunstancias nunca coinciden
Quien obvie la importancia del jugador, que es el que toma las decisiones, en el juego, es necio. Como también quien obvie la del entrenador, capaz de identificar los mejores entornos para sus jugadores para que jueguen del modo que más se acerca a lo que son. Los jugadores son los más importantes, pero con la figura del entrenador son más. ¿Por qué recriminar la vanidad del entrenador por realizar su trabajo, cuando lo que hace es trabajar para sus jugadores, que son los que más influencia tienen en este deporte?
La zona de la pérdida será una de las claves que determinarán nuestro comportamiento. El carril en el que se produzca la pérdida y la altura de ésta. No es lo mismo perder cerca del área rival que cerca de la nuestra. Entonces, ¿nos comportaremos igual? Obviamente no. Como tampoco es lo mismo perder dentro que perder fuera.

lunes, 17 de marzo de 2014

Oscar Cano, entrenador y escritor

OSCAR CANO.

LUIS ARAGONÉS: EL HOMBRE QUE AGRANDÓ LA REALIDAD.

luis aragones2Foto: Alejandro Ruesga
“Usted y yo sabemos que la pelota corre más que ellos. Y que la tocamos mejor que ellos”. “Aquí manda usted”. Así trataba de convencer Luis Aragonés a Xavi Hernández de que era el momento de canjear el modelo que asfixió anteriormente a jugadores excepcionales como los componentes de la “quinta del buitre”, o que desplazó a Guardiola como expresión de un juego desde la pelota, para magnificar el discurso del sudor y las lágrimas.
No jugaban los mejores, sino los que se parecían más a los fornidos futbolistas de otras selecciones. No entendíamos que los demás ganaban por buenos y no por grandes.
Con el de Hortaleza, el cuero volvió a rodar entre las botas de los que mejor saben hacerlo circular, desenmascarando la implementada y absurda idea de que el equilibrio es más factible desde las diferencias que desde las semejanzas. Supimos que el balón puede estar no dividido cuando las capacidades de los que se relacionan son análogas.
Empezaron a hacerse vitales aquellos procedimientos tácticos que difícilmente pueden proceder de una pizarra puesto que los decretan los que no se dejan comparar con viciadas flechas, disciplinados triángulos o manipulados circulitos.
Desde ese social sentimiento de libertad, que aúna a los que juegan fomentando la autonomía más útil de a quienes van pasando la pelota, la selección del 2008 hizo el mejor fútbol que se recuerda en los últimos cuarenta o cincuenta años.
Nacía ante nuestros ojos algo que costaba creer debido a las creencias heredadas. Se fracturaban todas las certidumbres recibidas por nosotros en los distintos cursos que nos titulaban como entrenadores. Nuestras convicciones sufrían un duro revés, algo emergía para ampliar la realidad.
El impacto fue tal, que el valor de los centrocampistas denominados “defensivos” decreció significativamente en pos de la búsqueda casi enfermiza de “Iniestas”, “Xavis” o “Silvas”.
Luis le devolvía el juego a los que mejor lo juegan, que es sinónimo de devolvérselo a la gente que se agolpa en los asientos de cualquier graderío.
Dejó que se significaran, que gritaran en silencio quienes únicamente persiguen que se escuche el balón. Los defensores descubrieron que podían ser los primeros atacantes,mientras que los atacantes, por el nivel de circulación de pelota exhibido, pudiesen ser los primeros defensores. Germinaba un fútbol redondo, donde ataque y defensa se fundían en una unidad no dada a fraccionarse.
Posibilitó un juego que hizo trizas a los que instauraron la necesidad de ver necesarios a los que decían que el ideal futbolístico nacía de la maximización de lo condicional.
Todo aquello que se aposentaba en esa extraña realidad llamada “preparación física”, quedó hecho añicos, arrollado curiosamente por piernas delgadas, cuerpos minúsculos y reducidos desplazamientos.
Y todo ello ganando, para que no se les acabe olvidando a los grandes resultadistas, que relacionan este tipo juego como un proceso de perdedores.
Jamás sabremos lo que pasó por la cabeza del “zapatones” para que acabaran juntas sobre el terreno de juego tantas neuronas de valor incalculable, pero si que pasará a la historia del fútbol esa maravillosa forma de alcanzar la victoria.
Gracias Luis.

OSCAR CANO.

ARDA TURAN. EL ELEMENTO VERTEBRADOR.

ardaturan-A.gutierrezFoto: A. Gutiérrez
La revolución que representa el fútbol del Atlético de Madrid no está bañada únicamente en sudor y obediencia marcial al grito del “Cholo”.
Optimizar semejante cantidad de esfuerzo, prosperar como organización compitiendo hasta transgredir los límites de cada cual, requiere de reflexión. Se necesitan jugadores que le pongan la métrica a dicha doctrina. Toda obra conceptual exitosa se elabora con talento.
Las distintas combinaciones entre los movimientos de unos y otros, que pueden proyectarse en el campo de juego, deben proporcionarse para que la eficacia recubra dicho proceso.
El conjunto de la ribera del Manzanares cuenta entre sus filas con un centrocampista turcoque representa una oda al intelecto. Sin él sobre el rectángulo de juego, los de Simeone pierden gran parte de sus recursos puesto que las capacidades de los alineados se reducen sin la intervención de quien las estimula. En su ausencia, se llega con pocos, se defiende muy atrás y Thibaut Courtois se exhibe con demasiada frecuencia.
A pesar de su excepcional calidad, sabe que cada expresión personal se debe al equipo puesto que es el equipo quien le permite del mismo modo comportarse de manera tan magistral.
Cuando él agarra la pelota todo se agrega, las distintas cualidades se concilian y conspiran para la expansión de la red rojiblanca en campo rival. Se desliza como si estuviese utilizando patines para hacer que todo encaje.
Utiliza los ritmos convenientes para que cada impulso personal quede preparado para convivir con el de los demás.
Con él, los desmarques en primera oleada de Costa o Villa se convierten en definitivos, así como también es capaz de juntar las oleadas restantes y proponer otro tipo de apariciones en los espacios de finalización. La prioritaria fórmula para alcanzar el gol, consistente en verticalizar las acciones, deja de ser exclusiva. El pase horizontal forma parte del modelo de construcción de situaciones de ataque, porque curiosamente permite ser eficazmente profundos. Ya no son únicamente los primeros en llegar los que representan el peligro. Hay una sucesiva amenaza de los que aparecen un momento después.
Su cadencia argumenta la función de los Juanfran y Filipe Luis, pues les indica a qué altura deben jugar y cómo deben contribuir a la conclusión de las jugadas de ataque. Acerca al área a los centrocampistas y favorece que en caso de pérdida se pueda defender lejos del área propia.
En síntesis, Arda no es sino la esencia de la gigantesca consistencia que transmite su equipo.