lunes, 17 de marzo de 2014

OSCAR CANO.

ARDA TURAN. EL ELEMENTO VERTEBRADOR.

ardaturan-A.gutierrezFoto: A. Gutiérrez
La revolución que representa el fútbol del Atlético de Madrid no está bañada únicamente en sudor y obediencia marcial al grito del “Cholo”.
Optimizar semejante cantidad de esfuerzo, prosperar como organización compitiendo hasta transgredir los límites de cada cual, requiere de reflexión. Se necesitan jugadores que le pongan la métrica a dicha doctrina. Toda obra conceptual exitosa se elabora con talento.
Las distintas combinaciones entre los movimientos de unos y otros, que pueden proyectarse en el campo de juego, deben proporcionarse para que la eficacia recubra dicho proceso.
El conjunto de la ribera del Manzanares cuenta entre sus filas con un centrocampista turcoque representa una oda al intelecto. Sin él sobre el rectángulo de juego, los de Simeone pierden gran parte de sus recursos puesto que las capacidades de los alineados se reducen sin la intervención de quien las estimula. En su ausencia, se llega con pocos, se defiende muy atrás y Thibaut Courtois se exhibe con demasiada frecuencia.
A pesar de su excepcional calidad, sabe que cada expresión personal se debe al equipo puesto que es el equipo quien le permite del mismo modo comportarse de manera tan magistral.
Cuando él agarra la pelota todo se agrega, las distintas cualidades se concilian y conspiran para la expansión de la red rojiblanca en campo rival. Se desliza como si estuviese utilizando patines para hacer que todo encaje.
Utiliza los ritmos convenientes para que cada impulso personal quede preparado para convivir con el de los demás.
Con él, los desmarques en primera oleada de Costa o Villa se convierten en definitivos, así como también es capaz de juntar las oleadas restantes y proponer otro tipo de apariciones en los espacios de finalización. La prioritaria fórmula para alcanzar el gol, consistente en verticalizar las acciones, deja de ser exclusiva. El pase horizontal forma parte del modelo de construcción de situaciones de ataque, porque curiosamente permite ser eficazmente profundos. Ya no son únicamente los primeros en llegar los que representan el peligro. Hay una sucesiva amenaza de los que aparecen un momento después.
Su cadencia argumenta la función de los Juanfran y Filipe Luis, pues les indica a qué altura deben jugar y cómo deben contribuir a la conclusión de las jugadas de ataque. Acerca al área a los centrocampistas y favorece que en caso de pérdida se pueda defender lejos del área propia.
En síntesis, Arda no es sino la esencia de la gigantesca consistencia que transmite su equipo.

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